Olvidar todas las maravillas del mundo que hayáis visto, os voy a describir como es una verdadera obra de arte: él.
Tengo la suerte de haberle tenido a menos de dos centímetros de mi piel y de contar como recorría mi espalda con sus dedos. También tengo la suerte de ver sus ojos marrones y creerme, me pasaría horas delante de ellos para memorizar bien hasta el último detalle. Su sonrisa puede ser la mejor banda sonora que haya podido poner en mi vida y no hace falta que le den un Oscar para demostrarlo...Sus manos no solo crean, sino que recorren cada centímetro de mi piel a la perfección. La manera de andar la reconozco a distancia, me la aprendo y la recuerdo cada vez que viene a besarme con esa puta sonrisa que todo lo puede. Su voz es seguridad es un "todo saldrá bien" en el momento más jodido. Tiene una coraza con la que engaña a todos pero luego, debajo de esa armadura, hay un corazón que no tiene hueco en este mundo. Me hace reír con un simple: "Hola" y eso, no hay dinero que lo pague. Siendo como es, es tan fácil quererle que a veces me asusta...pero es un riesgo que pienso correr. Me gusta verle a distancia e imaginar si estará pensando en mi...es muy fácil saber lo que pasa por su mente aunque cuando se cierra en banda es casi imposible.
Me gusta ir andando y notar su mano buscando la mía o esos besos fugaces que se le escapan. Y ahora que os lo podéis imaginar os digo que teniéndolo a él dormido a mi lado en la cama, ¿quién quiere ver amaneceres?
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